SACERDOTES TRANSFORMADOS
EN JESUS
Beata
Conchita Cabrera de Armida
Al transformarse los Sacerdotes en Mí, en la Misa, pasan a
ser más íntimamente, más completamente en esos momentos, más de María
Inmaculada, al ser Yo mismo en ellos. Y este
pensamiento ni se ahonda, ni se le ocurre, ni lo agradecen. Y María,
entonces, tiene para ellos, toda la ternura que tuvo y que tiene para
conmigo, porque ve en cada Sacerdote otro Yo, y los mira complacida, y los
envuelve en su calor, y los estrecha en su seno, y los acaricia y los ama. Porque me ve en ellos a Mí. |
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“Y si todos los cristianos desde el bautismo, son su
templo, los Sacerdotes muy especialmente, no sólo son su templo, sino su
posesión. Porque el Padre se los dedicó enteramente al Espíritu Santo,
regalándoselos. Porque el Hijo, Yo, los conquisté por mis méritos infinitos.
Y por el mismo Espíritu Santo, que al encarnar al Verbo en María, se gozó
también en divinizar la vocación Sacerdotal con el contacto del Verbo, el
Sacerdote Eterno, poniendo en esa vocación (eterna al Padre), una fibra de su
fecundación, en el seno de María, y con el contacto también de pureza, que
había de distinguirlos tomado de su Inmaculada Esposa, imagen de la Iglesia. Por derecho,
pues, le pertenecen los Sacerdotes de una manera muy especial, al Espíritu
Santo, que de muy atrás le deben favores inauditos, y gracias estupendas, que
muy poco le agradecen. ¿Quién cuido,
si no, su vocación, hasta conducirlos al altar? ¿Quién
infundió en ellos ese apartamiento del mundo y amor a la pureza? ¿Quién les
dio fortaleza y valor, para dejar lazos naturales, y entregarse para siempre
a Dios en cuerpo y alma? ¿Quién les
regalo la fortaleza para las abnegaciones futuras, para los sacrificios
constantes, para las soledades del alma y del corazón? ¿Quién les
abrió los caminos y les inspiro los heroicos renunciamientos humanos que
necesita un Sacerdote al llegar al altar? ¿Quién los ha
sostenido antes y después en sus internas luchas que sólo Yo veo, y quién los
ha elevado a la altura de su vocación y dado la victoria? El Sacerdote
ignora toda la acción salvadora, fortalecedora y santificadora que le debe al
Espíritu Santo, y las luchas que ha tenido y tiene con Satanás cuidando sus
cuerpos, y sus almas, prontas estar a ser desgarradas por el espíritu del
mal. Y sólo cuando la voluntad humana se ha rebelado contra El, ha tenido que
dejar el campo con gemidos inenarrables al enemigo, pero pronto a volver a
tomar posesión de lo Suyo, en el momento de ser humildemente invocado por el
arrepentimiento. El Espíritu
Santo es tan fiel, que jamás abandona a quien se le ha confiado. Es mi
Espíritu, hija, soy Yo mismo en El y en el Padre, en cuanto a una sola
Divinidad, todos ternura y caridad. Somos quienes nos contristamos con las rebeldías e
ingratitudes de los Sacerdotes que tanto amamos y que tanto deben a la
Trinidad Santísima. Pero también
nos alegramos de sus triunfos, y nos gozamos en remunerarlos con más y más
carismas de amor, y de gracias y de virtudes y de dones, para premiar sus
victorias. Nunca está
sólo el Sacerdote, sino que la Trinidad misma lo acompaña a todas partes de
una manera muy especial; lo protege a todas horas, y lo ama siempre. Esta Trinidad
inmensa, inefable y eterna está siempre velando sobre él, y a la disposición
de él, diré, para ser utilizada en su favor, y en el de los fieles, en el
cumplimiento amoroso de su ministerio. ¡Todo un Dios
infinito a la disposición del Sacerdote en sus ministerios, y en sus
Sacramentos! ¿Qué te parece? Pues para
perfeccionar esa vida de intimidad con la Trinidad, vengo a pedirle su transformación en Mí,
que es de justicia, y a darle un don más para él, una perla más para su
corona. Para esto he
tocado el corazón del Sacerdote en todas sus fibras principales, en estas
amorosas Confidencia, ampliando sus camino de santidad en la tierra, y
abriendo ante sus ojos, un horizonte de perfección, la cual está en su deber,
alcanzar para llenar mis designios sobre él en la tierra.” |
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Por esto, a la hora sublime del más sublime acto de todos
los ministerios de la Iglesia, el del sacrificio de la Misa, el Sacerdote en Mí, y
Yo en él, soy el que honro entonces de una manera divina al Padre en unión del Espíritu
Santo. Yo en el Sacerdote el que inmolo, el que me ofrezco, el que me
sacrificó en favor del mundo. Pero como te lo he dicho, no quiero sólo en los momentos
de la Misa el Sacerdote sea Yo sino
siempre, siempre transformado en Mí, sea otro Jesús en el que las miradas de
mi Padre tengan sus complacencias; en que las bendiciones de mi Padre tengan
acogida; en donde el corazón, o el amor de mi Padre descanse. |
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Copiado
completo Un Sacerdote impregnado de Amor Divino, es un Sacerdote
Perfecto. Un Sacerdote impregnado de Amor
Divino, es un Sacerdote Perfecto . Pero hija, vamos a mi conclusión de
siempre. ¿Cómo se facilita para El Sacerdote esa misión
de pureza y amor, en los que se funde su vocación? ¿Cómo se desarrollan
esos santos elementos, sustancia de su alma y de su vocación? ¿Cómo llega a
la cima, a la meta de los designios de Dios en él? Por medio de su transformación en Mí,
fortificando la debilidad de su ser de hombre con mi Ser Divino; su
substancia débil y frágil por cuanto lo contiene el hombre, de pureza y de amor con la substancia
Mía, de amor y pureza que lo
fortifique y tenga su perfecto desarrollo. Es indispensable para que un
Sacerdote cumpla con su Vocación Sacerdotal la Transformación
en Mí, en la que todo se le facilitará, creciendo el fuego divino en
su alma y la pureza
que le comunicó María en todo su
esplendor. Señor:
¿Y qué a Ti te dio María de su pureza? Yo se la dí primero a Ella, pero Ella me dio
cuanto tenía y era Ella sí fue toda y siempre, amor y pureza. Y cuando mis
Sacerdotes sean todo amor y pureza ¿no te figuras como cambiará el mundo y se
matará en él la sensualidad en que está envuelto, de la que se han impregnado
las almas? Urge, hija, que surjan ya en mi
Iglesia más multiplicados, más depurados, mis Sacerdotes transformados
en el que es Amor y Pureza en sus
dos naturalezas, es indispensable este nuevo impulso en mi Iglesia para
enfrentar el espíritu con la materia, lo sobrenatural con ese mundo de
almas materializadas que han ahogado
lo divino que en ellas llevan. Es preciso que surja joven y
vigorosa, como lo es siempre mi Iglesia, con es legión de Sacerdotes Yo,
unificado en sus pastores y en esa unidad de la
Trinidad que he pedido a mi Padre y que, en un arranque, diré, de su
amor infinito hacia el Hijo, hacia Mí, Dios-Hombre,
me ha concedido el que sean unos Conmigo y con Él, por medio de su Transformación
en Mí, Yo en ellos, el Padre y el Espíritu Santo en Mí, formando todos una sola unidad. Claro está que Yo siempre he deseado
esto y que ha sido un deber en los Sacerdotes el procurarlo, pero el nuevo
favor consiste en las nuevas gracias alcanzadas por las nuevas plegarias de
un Dios-Hombre, de tu Jesús, que estoy pronto y además ansiosos en derramar
en los corazones Sacerdotales que me escuchen y se presten libre y
espontáneamente, con amor a recibirlas. |
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completo Los Sacerdotes
transformados en Mí, hija mía, tienen poderes
santos y carismas y gracias de valor infinito para el cielo comunicados.
Poseen las miradas del Padre, las complacencias del Padre, porque con mi
Potencia Divina ellos desaparecen en Mí y entonces el Padre no ve a tal o
cual Sacerdote, sino a Mí, su Hijo amadísimo, en él. Mi Divinidad los absorbe, los endiosa
y aunque ¡claro esta! Queda la creatura humana, queda ésta sublimada,
divinizada, transformada en Mí. |
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Marzo 12 Hablo Jesús. Verbo-Amor al Padre. Y mira. Yo quiero a mis Sacerdotes la “perfecta
transformación en Mí”, para que su
vida entera sea un acto de amor continuado a mi Padre Celestial, porque ésa fue mi vida en la tierra y la que ellos
deben continuar. Todos sus pensamientos, sus palabras, sus obras, sus
anhelos, sus ilusiones, sus trabajos exteriores, su vida interior, etc.,
etc., deben tener en ellos un solo fin: “¡el
de Glorificar a mi Padre!” Nada deben hacer, como Yo en la
tierra, sin levantar antes su alma hacia mi amado Padre, ofreciéndome y
ofreciéndose en cada acción, sobre todo del Sagrado ministerio. Yo le debo la vida a mi Padre, porque me engendró como su Verbo, en un
arranque o arrebato divino, hondísimo e intensísimo de amor, me engendra en
el amor y broté en su seno santísimo y fecundísimo de amor. |
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Tengo hambre y sed de Sacerdotes
perfectos según mi Corazón, de Sacerdotes mártires de su deber, de Sacerdotes
hechos Yo, para ofrecérselos a mi Padre en su
transformación en Mí. Mira hija, esto que vengo pidiendo Es una apremiante necesidad de Mi Corazón
para bien de la Iglesia y de las almas. Son indispensablemente necesarios en
este tiempo de sensualismo, de falta de fe, y de malicia diabólica, el
contrapeso de Sacerdotes puros, de Sacerdotes perfectos y santos. ¿Si vieran
ellos lo que se oprime mi Corazón al ver en muchos de mis Sacerdotes la
apatía por mis intereses, lo natural de su vida, el mundo en sus corazones y
arrinconada la
vida del espíritu que debía reinar con
imperio en sus almas? Cuantas acciones de mis Sacerdotes son
vanas, porque no las anima la vida interior. Cuantos de sus trabajos son
nulos, porque no llevan el sello divino, y no son encaminados para el cielo. La vida
del Sacerdote debe estar impregnada del Espíritu Santo su alma debe
estar saturada de lo divino y todo él perdido desde la tierra en la Unidad de
la Trinidad como tantas veces he dicho. |
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El Espíritu Santo me inspiro la
muerte de Cruz que fue obra de infinito amor hacia mi Padre y hacia las
almas, pero con el noble fin de asociar
muy especialmente a Mí Cruz, a una vida de sacrificio a todos mis Sacerdotes futuros, que siendo
otros Yo, unos en Mí, perpetuaran en sacrificio en sí mismos y en los
altares; y todo para honrar a mi Padre, ofreciéndome y ofreciéndose transformados en Mí como una sola
Victima santa y pura que lo glorificara.
COMPLETO |
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ESTE ES MI CUERPO Y
ESTA ES MI SANGRE |
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Yo al decir en la última cena “Este
es mi Cuerpo, esta es Mi Sangre”, tenía en mi mente la extensión de este
Cuerpo y de esta Sangre en mis Sacerdotes
transformados en Mí, hechos también, en este sentido, eucaristías vivientes, y con el mismo fin;
el de vivir inmolados en favor de todo el mundo. Verlos otros Jesús ha sido la mente del
Padre, la ilusión realizada de un Dios –Hombre. Quiero en ellos un Jesús perfecto. Y ¿cómo?, por mi
imitación, y por la transformación exterior e interior por las virtudes y el
amor de ellos en Mí. |
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